Posteado por: eltabernaculodedios | 27 diciembre, 2010

LA GRAN RAMERA Y EL TABERNACULO O TEMPLO DE DIOS

La Gran Ramera o la Gran Ciudad de Apocalipsis
En Apoc. 17, la mujer que tiene en su frente el nombre ¨Babilonia la Grande, Madre de Ramera y de las abominaciones de la tierra está sentada sobre muchas aguas (vers. 1), sentada sobre siete montes (vers. 9) y sentada sobre una bestia escarlata (vers. 3).

1. MUCHAS AGUAS – NACIONES, PUEBLOS, GENTES
2. SIETE MONTES – LUGARES DONDE MORAN LAS NACIONES, PUEBLOS, GENTES QUE RINDEN CULTO A SATANÁS.

Sentada, significa que su trono, su fundamento, está sobre la BESTIA ESCARLATA, SATANÁS.

ESTA MUJER ES LA HABITACIÓN DE LOS DEMONIOS (Apoc. 18:2). LOS HOMBRES DE LAS NACIONES QUE ENTRAN A ELLA DAN SUS CUERPOS COMO SACRIFICIO A LOS DEMONIOS, Y NO A DIOS.

Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;
a dioses que no habían conocido,
a nuevos dioses venidos de cerca,
que no habían temido vuestros padres (Deuteronomio 32:17)

El acto de sacrificar requiere un altar (altar del sacrificio).
El altar siempre debe ser puesto delante de Dios, pues Dios es el Dador del Altar y del sacrificio (Su Hijo).
Los que le sacrifican a los demonios, le darán la espalda al Altar de Dios (su Hijo) para sustituirlo por un altar de hombre y sacrifican carne inmunda (Hageo 2:14).

El altar de hombre, sustituye el Altar y el sacrificio dado por Dios. Entonces el hombre levanta su propio altar y sacrifica a sus dioses (dioses venidos de cerca), a los demonios.

El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 1 Juan 3:8

El Padre purificó su Altar del Sacrificio, que está en su Tabernáculo (su Hijo), ofreciéndolo a sus hijos para que a través de Él, ofrezcamos nuestro tabernáculo (nuestros cuerpos) en sacrificio vivo a Dios (2 Cor. 5:4). Solo así podemos entrar al Verdadero Tabernáculo de Dios, su Templo, su Hijo (Apoc. 21:3).

Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto (Romanos 12:1). Estos son los que tienen en su frente el Nombre de Dios, pues fueron sellados por el Espíritu de Dios como su pertenencia (Apoc. 22:4).

Dios, por medio de su Hijo (Su Verdad), limpió y está limpiando (continuamente) el lugar donde Él habitó y habitará, por medio de su Espíritu. Nuestros tabernáculos se convierten en la habitación del Espíritu, cuando permitimos que el Espíritu de Dios expulse los demonios de nuestro cuerpo, de esta manera, somos purificados por el mismo Espíritu (Mateo 12:28).

Todo el que no abre la Puerta del Templo de Dios (Su Hijo), y tiene sus dioses de cerca, no podrá ser purificado con el fuego del Espíritu de Dios. Cuando seamos purificados con el fuego de Dios (de lo alto, Hechos 2:3), entraremos a Él, cenaremos con Él y Él con nosotros (Apoc. 3:24) Seremos sacrificio vivo (Rom. 12:1) en Él y para Él.

Dios te bendiga en esta hora, y siempre.


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